Sprit

Estaba mintiendo, lo sabía por esa transpiración copiosa que le escurría por el cuello. Danilovski no dejaba de limpiarse la nuca con un pañuelo blanco mientras yo lo presionaba - ¿Quién carajos mató a Svetlana Kushenko? – pregunté, Danilovski seguía sudando a mares, solo repetía como un autómata que el no sabía, que estaba en Ucrania el día del asesinato, que quería hablar con su abogado... – claro Dani, tu abogado vendrá en un minuto, mientras tanto hemos adelantado algo; te tenemos una sorpresa: ¡Tu mujer está aquí...! Ohhh ¡no pongas esa cara de sorpresa amigo! Fue difícil dar con ella, pero al fin la encontramos; escondida en pequeño pueblo que tú debes conocer, allá muy lejos, en siberia...


Sorpresivamente la puerta se abrió. Por unos segundos apareció en penumbras la cara hinchada de una mujer rubia, en los labios partidos había sangre reseca. Bajo el pañuelo a cuadros que hacía las veces de venda se adivinaban los ojos cerrados y amoratados. La visión fugaz se esfumó con el portazo que dieron los agentes al cerrar.
Danilovski gimió de desesperación, hubo que sujetarlo por la fuerza –déjenla por amor de dios… ¡fue Vladimir! Ese maldito vlad asesinó de un tiro a la tal Svetlana sin que hubiera necesidad de hacerlo, solo por placer, hablaré ¡les diré todo! pero por favor dejen a mi esposa libre…

El teniente Kostenko sonrió apenas, en casa le esperaba una buena cena y un vaso de sprit tan fuerte que le permitía pasar una noche sin despertar ni soñar. Una hora después salió del cuarto de interrogación, satisfecho. Danilovski había hablado completamente. Todo tomaba sentido ahora para el caso. En el pasillo contiguo estaban algunos agentes, charlando con una chica rubia que se quitaba el maquillaje con un pañuelo a cuadros. - ¿Quién me va a pagar? ¡Tengo que llegar al teatro lo antes posible! – Esta vez la sonrisa de Kostenko fue más abierta: las viejas tretas no dejaban de ser útiles...



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