Cold blend

Nadie sabía de donde había venido Antonio, ni como había venido a parar en Candelaria, pegadito a la raya de Guatemala.

Un buen día se presentó en el pueblo, hablando de mil empresas fabulosas, todas con el común denominador de lo clandestino e ilegal: fayuca, alcohol y una interminable lista de cosas que pasar, que nos llenó los oídos de monedas.

El chiste era una nueva ruta en medio de la selva, para poder cruzar la fayuca, alcohol y demás asuntos, sin toparse con aduanas, policía y soldados. El problema de la transportación posterior - hacia la ciudad y sus mercados, librando los retenes - quedaba saldado con el camión gasero, cargado con algunos cilindros de doble fondo, que sabiamente escorados entre los normales, podían engañar a algún agente suspicaz. Bastaba con abrir un poquito la válvula para que el olor pestilente del gas butano llenara el ambiente y nos granjeara el paso a la abundancia econónica de los bienes sin impuestos. Esa misma noche, en la cantina, todos celebraron la idea, haciendo planes, dedicándole canciones y palmeándole la espalda. El güero ojos de gato parecía tener todas las respuestas en esa sonrisa con diente de oro. Al calor del trago no faltó quien le invitara a comer a casa al día siguiente, quién le ofreciera el apadrinamiento de algún rapaz o incluso le llamara hermano del alma; mientras que el cantinero no dejaba de hacer su luchita, preguntándole sobre el tipo y cantidad de botellas de wiski que sería capaz de cruzar, haciendo cuentas mentales con el margen de ganancia fabuloso, enorme, que el trago Beliceño le daría con la reventa. Incluso las dos únicas prostitutas del lugar (la chaparrita peliteñida Guatemalteca y la Morena de fuego Chiapaneca) se enfrascaron en una feroz pelea por llevarlo a su cama esa misma noche, seguras que el güero era el próximo hombre importante del pueblo. Entre corrido y corrrido, el futuro lucía felizmente dorado, acariciable y catrín.

Así mismo lo hallaron a la mañana siguiente, sentado en su camión frente a la cantina, sonriéndole a la muerte de oreja a oreja, tan frío como un Jack Daniel's. El doctor que mandaron a traer desde Campeche certificó el deceso a las cuatro de la tarde. Como causa de muerte anotó la ingestión accidental de una gran cantidad de metanol. A sus pies se halló una botella de Buchanan's a medio beber, sin sellos federales

- ¿alguien sabe de donde salió esta botella? - preguntó el doctor, suspicaz, pero los otora compadres, socios y amantes se levantaron de hombros
- la traía el fuereño - respondió alguien
- ¿Al menos saben el nombre del occiso?
- Nadie lo conocía, doctor
- Llegó anoche y se estacionó aquí nomás...
- Nunca lo habíamos visto

Adentro, en la cantina, el cantinero vaciaba frenéticamente un par de botellas en el fregadero.

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Apnea

Como cada mañana, estoy sentado en la barca de este parque, un parque cualquiera, como miles de parques en esta ciudad, lleno de plantas que sobreviven casi muertas, cagadas de perro, tierra grisácea y ratas compitiendo con las aves por la comida que algún citadino melancólico les ha arrojado. Todo común, todo simple y plano, como yo ahora.

De joven solía ser un cabrón, de esos a los que nadie en su sano juicio les da la espalda por demasiado tiempo, so pena de arriesgar su seguridad personal. Me divertía sobremanera las reacciones de la gente a la que presionaba de alguno que otro modo: el policía de esquina que no se atrevía a detenerme, la viuda de la fonda que fruncía el ceño cuando me servía unos huevos a la albañil bien picantes, que por supuesto no pagaba - la protección señito, la protección - decía, mientras reía socarrón; Incluso las monjitas del convento cercano se santiguaban cuando pasaban cerca de la esquina que yo usaba como centro de operaciones, observatorio y base de rapiña. Tenía buenos músculos, mejor altura y una quijada de acero, dispuesta a lo que fuera con quien fuera, el que no me temía me respetaba.

Eventualmente, el político del barrio halló mis habilidades con los puños muy útiles a la hora de las elecciones, pues bastaba con que se mencionara mi nombre para que nadie del partido opositor se presentara en casilla, permitiendo la compra de votos, coacción y demás marrullerías de las de esa época.

Con todo, mi verdadero ascenso en el mundo de la violencia se dio cuando mi patrón - el ya Señor Diputado - ordenó que se me diera un arma, y se me enseñara a usarla. Nunca había tenido un arma en la mano, mucho menos disparado antes, pero al momento de sentir el frío poder que da una 45 supe que mi vida cambiaría para siempre; mucha sangre correría bajo mis pies desde entonces, me volví un gatillo fácil, una bala perdida con poca paciencia y mucha puntería.

La violencia paga, y con los años, nos fuimos pa'rriba, muy arriba: reloj de oro, cadena de plata, zapatos buenos, Dom Perignon con agua mineral para desayunar y una variedad de putas pintadas de rubias para cenar a diario langostino de tierra. Lo tenía todo, y vaya que si lo disfruté.

40 años después estoy sentado en este parque, recordándolo todo. La vida pasó así, como el tren bala japonés, en un borroso instante. A veces perdoné a alguien, a veces los nudillos se me ponían calientes y vicosos de tanto machacar el cartílago nasal de quien me ordenaran, de quien no me respetara o de plano, de algún caememal gratis, Aun así, me parecía que la vida era buena conmigo, por que yo era un hijodeputa con la vida.

40 años han pasado y todo se resume al saco de huesos en que me he convertido. Un curtido exibidor de cicatrices y dolor de rodillas, una bala del 22 en la cabeza y la pierna con dos clavos, que me duele los días que hace frío. Casi no tengo dinero, después de haberlo tenido todo; vivo en la que fuera casa de mi madre, ya que las demás propiedades las perdí, me las jugué o se las regalé a las mujeres que me abandonaron cuando el dinero se terminó. Tengo una escueta pensión que no me permite comer carne diario, aunque de todos modos con estos dientes falsos no se puede masticar gran cosa...

Pero nada es tan cabrón como respirar... cada respiro es mas doloroso de completar que todas mis batallas juntas, cada contracción del diafragma es como arrancarse las bolas con las uñas... un infierno de silbidos y poco aire para dar siquiera diez pasos... apnea, puta apnea.

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Miguelito

Me encontré tirado un [ miguelito ] chupado. La bolsita plástica parecía haber sido succionada con estilo, ya que presentaba pequeñas mordidas en una esquina, nada que ver con los miguelitos que yo solía disfrutar en la primaria, al grado de mascarlos por algunas horas como si fueran chicles... no, este miguelito había sido succionado con gran cuidado, cuidando de no mancharse la ropa tal vez, un examen más minucuioso me reveló que había restos de bilé en el, sin pensar, en un impu me lo metí a la boca y lo probé.

Lo interesante de caso es que junto al miguelito, en la misma banca de parque, había también un celular; un Sagem X7 bastante cuidado, casi sin rayones en la pantalla, aunque eso sí, las teclas presentaban esa decoloración característica del celular de mujer, resultado del seguro exceso diario de mensajes de texto. Miré el perfil, Lucía. Miré en sus fotografías, una de ellas era obviamente ella y la reconocí al instante: era la cajera del banco de frente al parque, la que me había atendido el dia anterior... no pude resistir la tentación, así que me leí todos sus mensajes de texto, nada fuera de lo normal, solo había uno interesante, se lo enviaba una tal "Mariela B." y decía: "¿Como está pancho? dale besitos de mi parte y dile que lo extraño mucho a pesar de que me dejó por ti..." sopas, solo he leido un par de mensajes y ya conozco una parte de la vida pasional de esta chica, Seguro la tal Mariela era su rival de amores, peleando ambas por el amor de ese tal pancho; considerando que Lucía es una mujer atractiva, pues Mariela también debe de serlo, seguramente pancho es un tipo apuesto, con un buen puesto y un buen automóvil, las cajeras guapas de banco solo suelen salir con ese tipo de tipos... vaya...

Busqué en sus números telefónicos, encontré "casa" y llamé.

Mujer Desconocida (con tono de gente mayor): ¿bueno...?
Cheyo Pimienta: perdón ¿se encuentra Lucía?
MD: creo que se está bañando ¿quién la busca?
ChP: Gillermo, Gillermo Puertas para servirle
MD: Déjeme ver si ya salió del baño señor puertas, no cuelgue
ChP: (aguantando la risa) Ok, gracias

un par de minutos después...

MD: Oiga, ¿que en relación a que es?
ChP: Pregúntele si le gustan los miguelitos
MD: ¿Como?
ChP: Que si perdío su celular
MD: ayyy siii... lo acaba de perder hace un rato
ChP: ¿y no le gustaría recuperarlo?
MD: pues yo creo que sí, a la pobrecita le costo bien caro ese dichoso celular, siempre se queja de que el "plan" le sale muy caro
ChP: es que esos planes son rete caros seño, figúrese nomas que yo ya no me afeito diario... para poder ahorrar en rastrillos y así pagar mi propio plan
MD: Es que este mundo cada dia es mas caro... pero ni modo, es una tranquilidad para mi y para su mamá poder estar en contacto con ella
ChP: pues eso sí, hay cosas que ni que...

Se oyen un par de sonidos... click click..

Lucia: ¿Bueno?
ChP: Como el pan...
Lucía: ¿Perdón?
ChP: Tenemos secuestrado su celular, no haga nada astuto por que le podemos hacer daño...
Lucia: (rie ligeramente) no comprendo... ¿quien es usted?
ChP: la persona que encontró su celular en una banca
Lucia: ay... ¿y habrá forma de recuperarlo?
ChP: respóndame un par de preguntas antes
Lucía: ok
ChP: ¿con qué regularidad disfruta usted de esas pequeñas golosinas aciduladas llamadas "miguelitos"?
Lucía: A veces me escapo del trabajo y me como uno... pero oiga ¿que tiene que ver ...?
ChP: va la segunda pregunta: ¿como considera usted que va su relación con "pancho" ?
Lucía: ¿Con pancho?
ChP: si, con pancho
Lucía: pues si se refiere a mi perro, pues supongo que va todo lo bien que puede ir una relación con un perro chihuahua...
ChP: (riéndose) ok Lucía, mañana tendrá de nuevo su celular en sus manos
Lucía: ¿pero como...? ¿le puedo ver en algún lugar?
ChP: Adiós lucía...

**Click**

Al día siguiente llegé al parque aquel, esperé algunos minutos y ví a lucía salir del banco, caminó un poco rumbo a un Burguer King cercano ( conmigo atrás, de una manera discreta) hizo cola y ordenó un helado de esos pequeños que venden alla, yo me salí del BK y regresé a paso rápido al banco. Cerca de la entrada había una chica pelirroja sentada. Frente a ella, en su escritorio, había un letrero: "Mariela Bonilla, Ejecutivo de cuenta" Me senté y la saludé (estaba hablando por teléfono, noté que estaba algo pasada de peso, pero lo compensaba con una sonrisa brillante de dientes perfectos...) Le entregué el teléfono de Lucía, le pedí que se lo entregara "por que me lo había encontrado en el parque de enfrente" Un "Ya hablé con ella..." eliminó la necesidad de responder más preguntas, me levanté, le deseé buenas tardes a la abandonadora de chihuahuas y me encaminé a la puerta. Afuera, en la acera, me topé de frente con Lucía, ella venía chupando un Miguelito y tenía los labios encarnados de bilé rojo con chamoy; sus ojos verdosos venían distraídos, así que casi no reparó en mí. Sonreí y tomé un taxi que pasaba, miré por el retrovisor y sonreí, no volvería nunca a esa sucursal.

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Mariposas y cebras


(fragmento)

Camino al teatro no hablamos, hasta que ella encendió el autoestéreo y empezó a sonar alguna pieza de Brahms

- ¿Podemos escuchar algo? - me preguntó con esa sonrisa intensa, de mil diablos carmín. Yo toqué el botón de eject y el disco de Brahms quedó tornasol, entre mis dedos
- Este no es uno de mis discos preferidos , de hecho me caga...
- ¿entonces por qué lo estabas escuchando?
- mi ex novia Mara debió ponerlo, me lo regaló en alguna fecha especial, creo; y ya que hace dos días le presté el automóvil, seguramente lo puso a propósito.
- ¿La extrañas?
- ¡diablos, no! ...es solo que no se negarme cuando me pide un favor

Puse el disco en su cajilla. Se veía nuevo, dorado y reluciente, como el día en que me lo habían regalado. Pasé mis dedos por sus contornos, sobándolo, madurando la idea ...y lo lancé por la ventana, con fuerza. Gaby soltó un gemidito de sorpresa - de esos de niña que hace travesuras - mientras el disco estallaba en la calle, contra de un muro, en mil coloritos refulgentes. Puse otro disco, alguno al azar y “American Woman” sonó estridente, como si hubiera sido grabada ayer. Gaby sonrió aún más - por poco pierdo el control del volante - le subió al volumen y tomó un cigarrillo de mi cajetilla, que terminó en su boca... ¡esa boca!

llévame a la playa, señor vejete – me dijo.

Tomamos la carretera que conduce al puerto más cercano, Gaby cantaba a todo pulmón dude looks like a lady y yo la acompañaba con los coros. Hacía lo menos quince años que no cantaba así, me dolía un poco la garganta, pero me sentía liberado, poderoso y juvenil. Miré el velocímetro, estaba manejando a poco menos de cien km/h y sentí de pronto la necesidad de acelerar. Todo este asunto de la música, la chica en el asiento de junto, su perfume de flores y su boca de carmín furioso me estaban sacando de ese cómodo control adulto, de ese hartazgo que llega con la edad. En un flash me acordé de Alejandro, mi amigo muerto en este mismo tramo cuando ambos éramos adolescentes: murió instantáneamente salirse de la carretera. Me pareció ver su fantasma, estaba en mi cabeza, con sus chistes baratos y actitud burlona, yo nunca fui tan valiente como él, nunca tan estúpido ni tan joven. ¡Métele pata wey... manejas como viejita...! me dijo su recuerdo sonriente mientras le miraba las piernas a Gaby, así que hundí mi pié en el acelerador hasta que el auto comenzó a rugir lenguas de fuego. Alejandro gritó esa noche como si estuviera vivo, ¡¡AHUEVOOOOOOOOOOO!! y a mi se me humedecieron los ojos un poco.

El mar estaba en calma, la brisa soplaba suavemente y a lo lejos se veían pequeñas lucecitas doradas, seguramente barcos ligeros, pescando en medio de la noche. Gaby estaba bebiendo una cerveza - ella me había indicado donde comprarlas - y yo cargaba las restantes entre mis dedos - vamos, es por aquí - me dijo casi en secreto y yo la seguí por la arena y la oscuridad hasta una casa junto al mar, de una patada abrió la verja de madera y avanzamos por un sendero hasta una terraza bañada de luz de luna – aquí nunca viene la policía – me dijo, y yo sonreí incrédulo, menudo lío se me armaría si me detenían allanando una casa, bebiendo cerveza con una menor:

(CORRUPTOR DE MENORES ALLANA CASA EN EL PUERTO, LOS FAMILIARES DE LA NIÑA PIDEN SUS TESTÍCULOS )

Fue hasta que ella sacó de su bolsa una llavecita – la casa es de un amigo - que yo dejé de pensar en luces destellantes y celdas frías.

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Vorágine de una sola noche


You didn't have to tell me that you love me so
You didn't have to leave me, mama, let me go
Hey, hey, mama, what is wrong with you
You didn't have to leave me like a total disgrace
You didn't have to leave me with that beer on my face
Hey, hey, mama, what is wrong with you
But that's alright, I'd be the same way, too

Todo empezó en la barra de aquél bar, esa chica de pechos grandes y cabello desleído en peróxido se alejaba furiosa mientras yo me relamía la cerveza de los bigotes y parte de el líquido corría libre por mi camisa ¡Diantres! creo que no debí de mencionar la relación que existe entre la belleza rubia, los senos grandes de silicona y la estupidez, pero no pude evitarlo, el comentario me ardía en la lengua, me quemaba los labios y se salió así, de manera incontrolable. ¿Es usted Alejandro Dumas? ¿el gran escritor y director de teatro...? Me preguntó y yo casi no pude contener la risa - ¿quien me ha delatado? - pregunté mientras movía una silla de la barra, invitandola a sentarse - ¿En que te puedo ayudar, hermoso ejemplo de la vacuidad de la belleza?
- Ella sonrió un poco, dejandome ver de manera generosa, parte de su escote; sin duda pensó que la halagaba - Quisiera saber si hay alguna oportunidad de trabajo en sus producciones señor Dumas, resulta que soy actriz...

- ¡Oh! es usted actriz
- Sí señor Dumas
- ¿Y que tipo de papeles pretende representar...?

La conversación siguió así por espacio de un par de horas más, la rubia en cuestión era víctima segura de mi amigo Martínez, el maldito bastardo le había prometido presentarle a un productor famoso de teatro o televisión, obvio, después de haberse pasado una noche bomba con ella... (ve al bar fulano, mañana a las 11 peeme, allá habra un tipo en la barra, un bigotón, el es Alejandro Dumas...)

Me dió lástima la inocencia de esta pobre rubia oxigenada, así que terminé la farsa de un tirón, le mencioné el timo en cuestión, y me reí mucho de la combinación casi clásica de sus características fisicas y mentales... fué cuando ella me arrojó la cerveza encima. Bueno, ¿qué hubiera sido mejor? ¿continuar engañándola? ¿llevarla a la cama? (ganas no me faltaban y esa era la segura meta de Martínez al enviarla conmigo: un simplón escritorcillo, pobretón y algo triste...) Al burlarme cruelmente de ella le había obsequiado algo invaluable: un chingadazo a su inocencia; al menos le costaría más trabajo al siguiente Martínez...

Me acerqué a una pelirroja espectacular, que fumaba un cigarro, -perdone, ¿puedo acompañarla? - La chica en cuestión me respondió (mientras me miraba de arriba abajo) con un desdeñoso "Preferiría estar sola" (yo no luzco como un apuesto galan o como un potentado empresario) y entonces sonreí, seguro que Martínez era un cabronazo, pero ¿como culparlo...?


Hey, hey, baby, why you treat me mean (X2)
You didn't have to crucify me like you did
You didn't have to tell me I was just your kid
Hey, hey, mama, why'd you treat me mean
You didn't have say you'd always be by my side
Y' didn't have to tell me you'd be my blushin' bride
Hey, hey, mama, why you treat me mean
But that's alright, I know your sister, too

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Texto hallado en el caribe, en un papel flotante.


Mercedes: ¿Recuerdas esa tarde junto al mar...? Espero que si. Cinco años después estoy aquí, en la misma playa, mirando el amanecer sobre ese mar turquesa que tanto nos gustaba. Es increíble como este lugar casi no ha cambiado, ¿será que le tiempo no pasa por este lugar?. Apenas llegué ayer, me trajo un hombre muy simpático que me venía contando de sus nietos mientras manejaba el taxi, no paraba de reírme... supongo que la costa hace a la gente más feliz. Renté la misma habitación que rentamos la primera vez, y aunque la decoración es otra, la sensación de estar en un lugar maravilloso no ha cambiado. Abrir el balcón sigue siendo como abrir una puerta al cielo, lleno de nubes blancas sobre la vastedad del océano. Esta vez si traje un par de lentes bien oscuros, aunque a veces es una lástima usarlos, por que corre uno el riesgo de perderse la luz del sol sobre la arena... recuerdo que tomaste un puño y lo guardaste en un sobre para cartas, por que no podías creer su blancura; Eso tampoco ha cambiado, la arena es tan blanca como ese día que te conocí. Como quisiera que estuvieras aquí, Mercedes, que este viaje fuera otra vez aquél en el que nos conocimos y en el que me enamoré de tí. ¿Por qué la estúpida gente tiene que juzgar lo que no comprende? amor es amor ¡no importa el color ni quienes lo sientan...! ¿por qué tuviste que irte, miele? a veces siento rabia hacia tí por no haberte quedado conmigo ¿por qué huíste esa mañana sin decirme nada...? Te busqué por horas, negándome a aceptar que ya no estabas... incluso corrí **

**** ilegible, texto borrado por el mar ***



Senza voi:

Satara


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Amor Mosh

Me gustaba una chica.


Era lindísima, con un rostro hermoso, una agradable sonrisa y una plática interesante, así que comencé la ardua tarea de acercarme a ella: despacito y con tacto, por que en esos menesteres soy bastante cauteloso/anticuado.

Un tiempo después pensé en hacerle un obsequio para su cumpleaños. No soy de esas personas que suelen regalar cosas, por que se me hace demasiado superficial - ya saben, ir a una tienda de regalos y adquirir cualquier cosa de moda - prefiero los obsequios que no se pueden comprar con dinero, que se yo, para mi una margarita silvestre vale más que cualquier bouquet de florería.



Con esa forma de pensar en mente, se me ocurrió una idea... la nenorra en cuestión es fanática de un grupo mexicano llamado Plastilina Mosh (en la foto de arriba, Rosso y Jonaz) y me propuse darle un obsequio que nadie más podría darle, estos fueron los pasos que seguí:

1.- Recorrido por las tiendas de discos viejos, hasta que hallé el que estaba buscando: Aquamosh, en regular estado (obvio, tenía que ser usado y de primera edición, si no que chiste)


2.- Limpieza general del CD, esto incluyó quitarle toodos los dedazos a la cajilla y casi planchar el librito interior (de tan arrugado)


3.- Lo difícil: conseguir acceso al área VIP del concierto de Plastilina Mosh y hacer que dichos chamacos musicales me autografiaran el mentado CD. Este paso fue obviamente el más complicado, los p.mosh se presentaban en unos días en mi ciudad, así que tuve que hacer demasiadas llamadas telefónicas a amigos y ya no tan amigos, hasta que conseguí que "el-primo-de-una-amiga que trabaja en no se que diantres relacionado con los medios impresos y que va a estar en el backstage" aceptara a llevar mi viejo CD al concierto y lo hiciera autografiar... ufff, fué demasiado complicado (quemé un par de favores, me comprometí a salir un día con Gaby (la paranoide a la que le gusto, que trabaja en la radio y me manda saluditos continuamente desde su emisión tropical) incluso regalé un DVD que me gustaba cañón (interstella 5555 de Daft Punk) pero todo valió la pena, por que al finalizar el concierto el fulano se me acercó con el CD lleno de garabatos de plumón y mi cámara llena de close ups VIP de los mosh... "hombre, que me van a amar por esto" pensé.

Asi que ahí estaba yo, con mi CD entre manos, tocando como un bendito en la puerta de casa de esta chica, todo ilusionado y emocionado cual puberto quinceañero, que lindo es el amor, verdá de dios... me imaginaba la cara que la chica pondría al tener entre sus manos un CD autografiado "para fulana de P. Mosh" y los mentados close ups, mínimo soltaría grititos de esos que dan las mujeres cuando les emociona algo....

Peeeeeeeeeeeero:

1.- La chica en cuestión abrió y me sonrió como siempre.

2.- le platiqué que había ido al concierto de P. mosh (ella no había podido ir, estaba con gripe)

3.- Le enseñé una foto de mi celular, donde se veía el concierto y...

Acto uno, puré de corazón


Cheyo: Fuí al concierto de P. Mosh, y fíjate que tengo un amigo que estaba en la zona VIP, ya sabes a un ladito del concierto y pues...


Chica: ¿te vienes a burlar de mí? no sabes como me gusta que me recuerden que no pude ir...


Cheyo: oye, cálmate, si te comento lo del área preferencial es por que...


Chica: me encanta lo presumido y arrogante que eres, usualmente la gente que está en esas áreas de preferencia son quienes menos se merecen estar ahí ¿sabes? ¡obvio que no eres superfan como yo! ¿se supone que platicándome de tu experiencia con la burguesía me debo poner feliz...? lo bueno está siempre al frente del escenario, ¡donde está la verdadera fanaticada! no con esos farsantes con los que (sin merecerlo) viste el concierto


Cheyo: bueno, yo solo quería... hummm olvídalo.

Y así terminó esa historia pseudo romántica con la chica sonriente. Mientras caminaba de regreso me hice muchas preguntas - realmente muchas - para saber en que momento la había hecho enojar. En un arranque de frustración tiré el dichoso CD a un basurero cercano a su casa, me sentía humillado y herido...

Mis muy razonadas conclusiones:

1.- Hay personas que siempre están en un mood negativo, esta chica es un buen ejemplo, por alguna razón siempre está a la defensiva, siempre esperando algo malo de la gente, lista para ver el lado malo de una situación, como yo cuando era punk.

2.- Ese mood negativo es una enfermedad del espíritu que yo ya superé hace muchos años, aún sigo siendo criticón y cascarrabias, pero siempre busco el lado amable de las cosas, incluso en las más jodidas.

3.- No vuelvo a regalar nada a una chica que me gusta, son mamadas.

3 bis.- debí de haberme acostado con ella cuando pude, así al menos me quedaría el recuerdo de haber conseguido algo...

4.- Plastilina Mosh es genial en concierto.

5.- No debí bloggear esto, pero que chingaos, pa' eso es un blog.




si me preguntan, diré que lo inventé todo.

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Rimel


Algo raspaba la garganta, tragar se hacía difícil. Arriba, en apretujados cúmulos de plomo, las nubes de lluvia anunciaban un inminente chubasco. Abajo, en pequeños diluvios salados, Jaime le suplicaba a Carmen, con todo el ímpetu de sus 16 años, pero ella se tocaba la frente, como cuando algo malo pasaba:

- No más, Jaime...

Café Amapola, once aeme. El café de Veracruz tiene un gusto raro esta mañana, como si su habitual amargura esta vez lo fuera más, negándose a tocar el paladar; Sabrina tiene más de una hora esperando a Román, pero el ardor de los ojos habla claramente.

- La cuenta, por favor....

Jean está entregando un trabajo, la maqueta es todo un éxito y es un hecho que los clientes van a llevar a cabo el proyecto, empezarán este mismo mes a construir el jardín de setos inglés, no más noches de desvelo frente al restirador, no más metro por las noches, no más llovizna helada sobre el cabello; hola a las soleadas playas de Vallarta. Del otro lado del mar, Roberto abre los ojos; el olor a sexo y hembra le pica la nariz mientras dos prostitutas checas duermen la mona a cada lado; les mira las nalgas espléndidas, la espalda tersa, de piel deseable... en un arranque de masculinidad, toma el teléfono:

- aló? Jean? lo siento; je ne peux pas continuer ceci...

Katya apunta las últimas notas en la agenda, es viernes y el fin de semana pinta con los colores de la ilusión: hotel de lujo en Playa del Carmen, cenas a la luz de las velas y el mar por la noche, tocándole los pies descalzos, el pidiéndole un improbable matrimonio... el último pendiente es llamar a Ramírez, el de la constructora, comunicarlo con su jefe. Tiene que presionar varias veces el número nueve, por que el conmutador falla desde que una gotera le filtró algo de agua, pero al fin logra comunicarse: ¡Hola Sabrina! ¿se encuentra tu jefe? ¿en Vallarta? ¿puedes enlazarme a su celular? gracias.. espero.

- Ramírez, cabrón ¿donde andas?
- En Vallarta hermano
- ¿De fiesta?
- Con un par de nalgas fenomenales, de reciente importación... coño Jaime, ¿por que no te das una vuelta? hay mas de estos bichitos donde saque a estas
- Negativo, voy a llevarme a mi contadora tirando a secretaria a playa del carmen
- ¿Y que piensas hacer con esa flaca jodida? mira que casi no parece mujer de tan plana
- Y así mismo coge, como tabla, da una hueva increíble.
- ¿Entonces?
- Necesito que me saque la contabilidad de la empresa, la de verdad y la de mentis y tu sabes que ese nivel de confianza solo se da cuando te estás cogiendo a la contadora, una vez cerrado el año fiscal, la mando al diablo.
- Uta, pues siendo así hermano, ni hablar, primero los bisnes
- Bisnes de concha, pero bisnes al fin
- Pues suerte con tu trabajito, que es el único jodido que te he conocido... jaja

Carmen sujeta el teléfono, tiene las manos temblorosas y de sus ojos corren un par de lágrimas negras, llenas de rímel barato, del que aprendió a usar en la prepa; lentamente marca el número del técnico, el conmutador seguía fallando...

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Apnea

Como cada mañana, estoy sentado en la barca de este parque. No es un parque en especial, es un parque cualquiera, como miles de parques en esta ciudad: plantas que sobreviven casi muertas, cagadas de perro, tierra grisácea y ratas compitiendo con las aves por la comida que algún citadino melancólico les ha arrojado. Todo común, todo simple y plano, menos yo.

De joven solía ser un cabrón, de esos a los que nadie en su sano juicio les da la espalda por demasiado tiempo, so pena de arriesgar su seguridad personal. Me divertía sobremanera las reacciones de la gente a la que presionaba de alguno que otro modo: el policía de esquina que no se atrevía a detenerme, la viuda de la fonda que fruncía el ceño cuando me servía unos huevos a la albañil bien picantes, que por supuesto, no pagaba - la protección señito, la protección - incluso un par de monjas se santiguaban cuando pasaban cerca de la esquina que tenía como centro de operaciones. Tenía buenos músculos, mejor altura y una quijada de acero.

Eventualmente, el político del barrio halló mis habilidades con los puños muy útiles a la hora de las elecciones, con eso y sus habilidades contables nos fuimos pa'rriba, muy arriba: reloj de oro, cadena de plata, zapatos buenos, dom perignon para desayunar y una variedad de putas pintadas de rubias para cenar a diario langostino de tierra. Lo tenía todo, y vaya que si lo disfruté.

40 años después estoy sentado en este parque, recordándolo todo. La vida pasó así, como el tren bala japonés, y yo recorrí cada uno de sus vagones, a veces pisé a alguien, a veces los nudillos se me ponían calientes y vicosos de tanto machacar el cartílago nasal de quien me ordenaran, de quien no me respetara o de plano, de algún caememal gratis,La vida era buena conmigo, por que yo era un hijodeputa con la vida.

40 años han pasado y todo se resume a un saco de huesos, dolor de rodillas y quijada balbuceante; pero nada es tan cabrón como respirar... cada respiro es mas doloroso de completar que todas mis batallas juntas, cada contracción del diafragma es como arrancarse las bolas con las uñas... apnea, puta apnea.

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Slurpee

Hola, me llamo Franklin Wayans y vivo en alguna ciudad.

Ayer, mientras compraba galletas, alguien me lanzó un slurpee desde un automóvil. Sí, de esos refrescos semi congelados que venden en seven-eleven. No me gustó.

El semáforo se puso en rojo, como miles de semáforos lo hacen diario en esta gigante ciudad. Lo especial de este semáforo es que se puso en rojo justo cuando estos chicos del slurpee trataban de alejarse acelerando, era un ford negro, reluciente, a papá le habrá costado una buena cantidad de dólares, pero siempre he sido un buen corredor.

El chico tendría unos catorce años, tenía el pelo rizado rubio, y la cara pálida; por que me tenía enfrente, mi chaqueta cubierta de slurpee de fresa. Le puse un puño de slurpee en la nariz, obligándolo a respirar el hielo, los rizos de su nuca en mi mano se sentían sedosos, cabello adolescente lavado con buen shampoo. Su amigo conductor me lanzó una bofetada, debil y asustada, tratando de hacerme soltarlo, así que le golpeé la nariz con los nudillos, se me quedaron llenos de sangre, sangre azul de niño rico.

Algo me golpeó en la nuca, y todo fue oscuridad.

Desperté, me dolía la nuca. Afuera de la celda habían dos hombres de traje, uno de ellos con aspecto de abogado, el otro no había que ser mago para adivinar que era político, político en tiempos electorales "¿Mr. Wayans, se siente usted bien? Quiero pedirle disculpas por lo ocurrido con mi nieto, no tiene perdón lo que hizo con usted" Asentí con la cabeza solo por hacer algo, pues no entendía bien, el tipo de traje habló mucho, con gravedad. Me contó acerca de el problema que significaría para un joven de tan escasa edad una demanda por agresión "el chico nunca quiso lastimarle en realidad, todo fue una broma estúpida que se salió de control, le pido por favor que no presente cargos" y luego.. bueno luego me enseñó dólares, muchos dólares, como para comprarme una casa.

Este auto suena bien, es un clásico, ocho cilindros que trabajan al parejo; como deben ser los autos, mi ropa nueva se siente bien. Al fondo hay un atardecer rojizo que me espera, mil millas de autodescubrimiento hasta las vegas.

- ¿Está usted bien?

La vendedora de galletas me limpia la chaqueta, tratando de quitarme de encima el slurpee, todo rojo, como sangre y atardeceres. A lo lejos, el semáforo se pone verde "estos chicos no tienen respeto para la gente mayor, mire que lanzarle a un señor como usted algo desde la ventanilla..." sí, yo estaba allí, con la mano aún levantada sin haber podido golpear al chico, por que simplemente eso de golpear niños no se me da, así que solté su cabellera rubia y el otro pisó el acelerador a fondo.

Camino hacia el callejón, me esperan un par de perros y algunas frazadas que me calentarán tanto como esta botella de brandy barato me dure. La vida es dura cuando vives en las calles, nadie que te cuide, nadie que te invite un café. siempre es así por aquí, la vida no es justa, así es y no hay nada que hacerle, solo mis perros lamiéndome las manos. Hola molly, toma una galleta.

Mickey esta muerto. No teníamos cinturones y la bolsa de aire lo desnucó cuando chocamos contra del tranvía. Aún puedo recordar lo último que me me dijo, cuando le reclamé por lanzarle el refresco al indigente ese, por la ventana: "La vida es injusta, ¡acostúmbrate Jhonny! ese vejete acabó con la suya pegado a una botella, así que merece eso y más, mañana regresaremos y le lanzaré un McFlurry" luego metió el pié enmedio de los míos y aceleró, riéndose.

La vida es siempre injusta, pero a veces, solo a veces, viene fría y sin avisar, como un slurpee de fresa por la ventana.


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Sprit

Estaba mintiendo, lo sabía por esa transpiración copiosa que le escurría por el cuello. Danilovski no dejaba de limpiarse la nuca con un pañuelo blanco mientras yo lo presionaba - ¿Quién carajos mató a Svetlana Kushenko? – pregunté, Danilovski seguía sudando a mares, solo repetía como un autómata que el no sabía, que estaba en Ucrania el día del asesinato, que quería hablar con su abogado... – claro Dani, tu abogado vendrá en un minuto, mientras tanto hemos adelantado algo; te tenemos una sorpresa: ¡Tu mujer está aquí...! Ohhh ¡no pongas esa cara de sorpresa amigo! Fue difícil dar con ella, pero al fin la encontramos; escondida en pequeño pueblo que tú debes conocer, allá muy lejos, en siberia...


Sorpresivamente la puerta se abrió. Por unos segundos apareció en penumbras la cara hinchada de una mujer rubia, en los labios partidos había sangre reseca. Bajo el pañuelo a cuadros que hacía las veces de venda se adivinaban los ojos cerrados y amoratados. La visión fugaz se esfumó con el portazo que dieron los agentes al cerrar.
Danilovski gimió de desesperación, hubo que sujetarlo por la fuerza –déjenla por amor de dios… ¡fue Vladimir! Ese maldito vlad asesinó de un tiro a la tal Svetlana sin que hubiera necesidad de hacerlo, solo por placer, hablaré ¡les diré todo! pero por favor dejen a mi esposa libre…

El teniente Kostenko sonrió apenas, en casa le esperaba una buena cena y un vaso de sprit tan fuerte que le permitía pasar una noche sin despertar ni soñar. Una hora después salió del cuarto de interrogación, satisfecho. Danilovski había hablado completamente. Todo tomaba sentido ahora para el caso. En el pasillo contiguo estaban algunos agentes, charlando con una chica rubia que se quitaba el maquillaje con un pañuelo a cuadros. - ¿Quién me va a pagar? ¡Tengo que llegar al teatro lo antes posible! – Esta vez la sonrisa de Kostenko fue más abierta: las viejas tretas no dejaban de ser útiles...



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Nimbos, al dos por uno

*** Es una suerte que en México contemos con algunas aerolíneas económicas, por que hace algunos años solo una muy pequeña parte de la población podía viajar en avión, dado lo caro de dicho transporte. De esos años de altas tarifas viene este relato, espero que les agrade. ***



Nimbos, al dos por uno.


Me subí a un avión, después de quince años de no hacerlo. En el último peldaño de la escalerilla estaba una azafata de grandes ojos negros, muy mona ella, morena y de un cabello negrísimo; cruzamos miradas por cinco segundos... los suficientes para caernos mal.

No puedo culparla por la mueca que hizo cuando me vio. Con una semana sin lavarme el cabello (por llamarle de algún modo a la colección largas hebras anudadas que me llegaban hasta la espalda) barba de quince días (en un rostro como el mío, que no está diseñado para tener barba) y camisa viejísima, con remiendos por doquier, manchada aquí y allá con gotas rojas de ketchup (de la hamburguesa que me acababa de comer en el Wings, a falta de otro restaurante cercano) estaba hecho un desastre, pero cuando no lo estoy.

Por un momento, en el inevitable cruce hacia mi asiento, la Azafata morena me dio un "buenos días" bastante fingido, que yo correspondí mirándole descaradamente las tetas, mas por fastidiarla que por morbo, por que no tenía gran cosa.

Mientras nos acomodábamos y una zafata rubia pasada de años nos daba esas indicaciones cómicas que dan, me dió por poner atención en mi asiento. Resultó ser no tan cómodo como yo recordaba en mis viajes infantiles, pero la ventanilla oval sí: pequeña y algo opaca. Recordé que los asientos podían graduarse, así que me puse a buscar una palanquita, perilla o algo para reclinar hacia atrás el respaldo, pero lo único que conseguí fue llenarme los dedos de chicle, (que algún tarado naco había pegado bajo el asiento) Miré bien por los costados, a lo mejor y en estos aviones modernos el asiento se reclinaba con un botoncito electrónico, (hace tantos años que no vuelo que posiblemente esté haciendo el ridículo - pensé- si claro, debe haber un botón por aquí...) pero era en vano, dicho botón ultra tecnológico no aparecía. En una de esas noté que el recubrimiento alfombrado de el descansabrazos de mi asiento estaba un poco levantado (ajá el botón debe estar abajo de la alfombra) así que presione la alfombra y me respondió un click, pero nada pasó. Desconcertado, levanté la alfombrita un poco para ver si el botón estaba averiado, pero lo que me encontré me dejó helado: un cenicero.

Los que hayan viajado hace 20 años en avión, recordarán que los aviones tenían secciones de fumar y no fumar ...lo cual era estúpido por que ya en el aire todos respirábamos el humo de los de la sección de fumar, lo que llevó a que dicha sección desapareciera, para alivio de los pulmones de todos los no fumadores. Ahora bien, eso había sido hace al menos 20 años... ¡VEINTE PUTOS AÑOS! osea que el modernísimo avión (como decía la publicidad de la aerolínea: contamos con la flota más moderna de México) era un vejestorio con al menos 20 años de servicio... mi primera reacción fue la de agarrarme con fuerza de mi asiento, con un miedo que ni mandado a hacer - Mierrrda, voy a morir - pensé, ajustándome bien el cinturón de seguridad. Entonces, en medio de mi terrorcillo paranoide, me dio por al girar la cabeza... a tiempo justo para ver por la ventanilla como los estabilizadores de vuelo se movían, dejando ver kilos y kilos de óxido bajo su pintura reluciente - Mierrrrda ¡mierrrda...!

cuando recuperé el aliento. presioné el un botón arriba de mi cabeza, con una imagen de una campanita. Algo en mi cerebro me decía que eso llamaría a la azafata, así que lo presioné un par de veces para estar seguro que el mensaje llegara a la susodicha... pero nada pasó, las uniformadas estaban en pleno chacoteo en su cabinita allá enfrente; lo que me causó algo de molestia, por que yo recordaba que en mis viajes de niñez, al apretar el mentado botoncito, una de las azafatas se presentaba en cuestión de segundos; creo que ahora les gusta que las llamen sobrecargos, pero después de esto el despectivo azagata me estuvo dando vueltas por la lengua.


- ¿Desea usted algo?
- No gracias, condenada zorra buenota

Bueno, esta respuesta la pensé, pero no la dije. Mi azafata buenorra y mamona no se esforzaba mucho para disimular que su sonrisa era fingida (atender a un tipo con aspecto de recién fugado del penal era ciertamente mas feíto que atender a viajero de adelante, muy propio él con su traje) Pero como de todos modos tenía que atenderme, lo hacía de mala gana. Yo correspondí a su amable atención rascándome descaradamente las pelotas -déme un whiskey doble, del más caro - le dije, ella se puso colorada, me sirvió y se alejó con su maquillaje recargado a sonreírle a una pareja de ancianos, que viajaban con maletas de cuadritos.
Tomé una revista de esas que hay en los aviones, le dí dos hojeadas y abandoné la idea de robármela, por que estaba llena de publicidad absurda para un proletario como yo: "por 3,200 dólares puede usted viajar a Las Vegas y apostar por 5 días en los mejores casinos, ¡no pierda esta maravillosa oportunidad...!" bah, ¿que diferencia puede haber entre apostar en Las Vegas y apostar en la cantina de mi pueblo? ninguna, por que en ambos lugares lo más posible es que yo salga pelado, nomás que en la cantina del pueblo me dan fiado y en las mentadas Vegas... bueno, no quiero sonar vulgar, pero el nombrecito me pone nervioso con lo que me puedan hacer por allá.

En otro anuncio, una pareja paseaba en alguna paradisíaca playa; el atlético y con aspecto de golfista experimentado, camisa polo y tenis blancos. Ella con un Bikini minúsculo, sarong multicolor, buenísima, con curvas tremendas de top model Obviamente el diseñador sabía que el 90% de los Mexicanos somos chaparros, gordos y que los jodidos no solemos viajar en avión, así que sus modelos lucían como una pareja de norteamericanos exitosos. Me miré la barriga, abultada por tantas tortillas y coca... puah, estúpida revista aspiracional y racista, me choca.

EL resto del viaje pasó sin mayor contratiempo, dí un par de cabeceadas y miré por la ventana la mayor parte del tiempo, terrorcito al aterrizar de nuevo, pero todo bien. En el aeropuerto Charles de Gaulle me estaba esperando Monique, con una pamela hermosa sobre la cabellera rubia y sus ojos azules brillando.

- ¿Ça va, mon amour?
- Bien güera, ya de regreso...

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